El libro explora la historia de la deuda en Estados Unidos, argumentando que la acumulación de deuda ha sido impulsada por el consumo excesivo y el crédito fácil. Bonner y Wiggin sostienen que el país ha construido un "imperio de deuda" que ha permitido mantener un estilo de vida insostenible.

Los autores detallan cómo el gobierno, en su afán de estimular la economía, ha recurrido a políticas monetarias expansivas que han resultado en una inflación de activos y una burbuja de deuda. Analizan el impacto de estas políticas en la economía global y advierten sobre las consecuencias potenciales de un colapso financiero.

El libro también discute el papel de las instituciones financieras y cómo su influencia ha exacerbado la crisis, llevando a una concentración de riqueza y poder. Los autores concluyen que, sin un cambio radical en la forma en que se maneja la economía, Estados Unidos está condenado a enfrentar un desastre financiero aún mayor.